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María Sharapova gana más dinero porque pierde


MATÍAS VALLÉS ¿Cuántos torneos individuales ha ganado en su carrera la célebre tenista Anna Kournikova? Ninguno, pero mejoraba en belleza y cotización tras cada estrepitosa derrota. Gracias a que fue eliminada en la primera ronda del abierto australiano, también Maria Sharapova obtuvo tiempo libre para cumplir con sus exigentes compromisos publicitarios.

En vísperas del torneo de Melbourne, había protagonizado más reportajes expectantes que la suma de sus restantes competidoras. El alud revelaría un deficiente olfato periodístico, si no estuviera compensado por un excelente criterio comercial.


Las derrotas no sólo aligeran la saturada agenda de Sharapova, sino que atemperan la erosión de su silueta. Adviértase el precio físico que ha pagado Rafael Nadal por ganar 36 torneos. La beldad rusa gana tanto dinero gracias a que toma la precaución de caer eliminada en rondas cada vez más tempranas.

Si visitamos su página oficial, cuesta distinguir su ocupación real entre titulares del estilo de ´Nike presenta la colección Maria Sharapova´, ´La tienda oficial de Maria´ o ´Compra la camiseta I love Maria´.

Prestando una notable atención, se concluye que la protagonista practica el tenis, quizás como distracción para aliviar el estrés de su teletienda.
De las 40 primeras fotos de la galería de Sharapova, 35 no tienen nada que ver con su presunta profesión, sino que se centran en su actividad de modelo.

Sus últimas diez portadas corresponden a revistas sin vinculación con el tenis, salvo que ´¡Hola!´ tenga una vocación oculta. Anuncia además que ha leído a Paulo Coelho, lo cual contribuye a explicar su reciente deambular por las pistas. Sharapova culebrea por un universo simbólico, donde vuelve a demostrar que una celebridad es una persona famosa por ser famosa.

El primer axioma del deporte estipulaba que una estrella se extingue mediáticamente el mismo día en que se jubila o baja del podio.

Aparte de que en la actualidad no hay forma humana de retirarlas –demos la bienvenida al cuarentón Michael Schumacher–, costaría desenredar el laberinto contractual de Beckham, un factor ridículo frente a sus desavenencias familiares o, más crucial, su último tatuaje.

Es un hombre anuncio sin otro oficio conocido, porque en la cúpula de las listas de deportistas con mayores ingresos sigue apareciendo Michael Jordan, pregunte a su abuelo.

MATÍAS VALLÉS

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