Iciar Bollaín: "Hay un cine muy interesante en Latinoamérica"

A falta de meses para estrenar su nueva película como realizadora, la española Iciar Bollaín se coloca esta vez ante las cámaras en "Rabia", del ecuatoriano Sebastián Cordero, y no dudó en aprovechar la ocasión para subrayar que hoy en día "se hace un cine muy interesante en Latinoamérica".


"Ojalá nos llegara más fluidamente", dijo en Madrid la realizadora de "Te doy mis ojos", que hace apenas unos meses terminó de rodar en Bolivia su próximo filme "También la lluvia", enmarcado en la guerra del agua en el país andino.

Y es que pese a contar con unos medios escasísimos, países como Bolivia consiguen hacer tres o cuatro películas al año, y "se hacen con un entusiasmo y unas ganas increíbles", declaró. "Ojalá que salga más gente de allá (Latinoamérica) y nos cuenten cosas".

"Rabia" se estrena el viernes en los cines españoles después de alzarse con la Biznaga de Oro a la mejor película en el Festival de Málaga y tras un exitoso paso por Tokio y Guadalajara. En el filme, la madrileña vuelve a ponerse frente a las cámaras con un pequeño personaje que la convierte en hermana en la ficción de Alex Brendemühl e hija de la veterana Concha Velasco, señaló DPA.

"Cuando me ofrecen un trabajo como actriz nunca pienso como directora", dijo la protagonista de "Leo". "Me parece un lujo estar en la película de otro, que me lleven y me traigan" y "tenía ganas de participar en una película bonita". Además, después de leer el guión, confesó que "sentía mucha curiosidad por ver cómo lo hacía Sebastián".

Tras su aplaudido debut con "Ratas, ratones y rateros" (nominada al Goya como mejor película latinoamericana) y "Crónicas", el realizador ecuatoriano presenta con "Rabia" un thriller psicológico con la inmigración como telón de fondo de una historia de amor imposible.

Sus protagonistas, Gustavo Sánchez Parra ("Amores Perros") y Martina García ("Biutiful"), son dos inmigrantes latinoamericanos que trabajan como albañil y empleada del hogar en el País Vasco. Tras una pelea con su patrono, él lo acaba matando por accidente y se ve obligado a ocultarse en el desván de la casona donde sirve su novia, sin que ella lo sepa.

Oculto, desde su "privilegiada" posición, será testigo de la podredumbre de una familia enmarañada en mentiras y los abusos soportados por su novia mientras contempla, lleno de rabia, su propia decadencia.